Cuando el rojo y el verde se combinan dentro de una composición estática, parecen moverse. Lo mismo ocurre con el rojo y el azul. Todos hemos jugado de pequeños con este efecto visual de contraste entre colores complementarios especialmente saturados; al menos yo recuerdo haberme detenido una y mil veces ante imágenes de estas características, donde el rojo se peleaba con el azul o con el verde y ambos no dejaban de parpadear hasta crear una mezcla violenta que conseguía marearme por completo… Constituían imágenes hipnóticas porque el contraste o la ausencia parcial de armonía termina siempre atrayendo nuestra mirada. Muchos publicistas han jugado con este efecto para hacer de los envoltorios de sus productos un objeto esencialmente estimulante y atrayente. En las estampas que nos brinda la cotidianidad a menudo también se aprecian estos contrastes cromáticos sorprendentemente bellos. Como muestra, un botón.
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