"A finales de 1876, el profesor Franz Boll (1849-1879) descubrió que la capa externa de la retina posee un color púrpura. Halló que esta superficie se blanqueaba al ser expuesta a la luz, pero retomaba su color original en la oscuridad. Este color púrpura, que Boll llamó sehpurpur (púrpura del ojo), desaperece inmediatamente después de la muerte"

miércoles, 7 de mayo de 2014

Enredados e infoxicados, pero no conectados

La apariencia polifacética de una vida puede traducirse en un sinfín de acciones mejor o peor rematadas. En los gustos dispares y dispersos de una persona también se refleja esta multiplicidad de puntos de vista, (tan pronto te puede apetecer bailar una samba como correr los cien metros lisos). La vida se enriquece de este modo hasta límites insospechados. (Tienes la información a un clic, tienes dinero, tienes algo de tiempo: ¡HAZLO!). Uno no se cierra a nada ni a nadie y tampoco sostiene ideas extremas, rígidas o inflexibles sobre corrientes estético-artísticas en boga o en decadencia; sobre estilos, filosofías de vida, preferencias gastronómicas… (quizá porque no sepa o no tenga motivos suficientes para querer saber), lo cual tampoco impide que se forme un criterio firme de las cosas que mentalmente frecuenta, (de lo conveniente e inconveniente, lo justo, lo injusto, lo bello, lo feo...). Pero al final siempre tiende a correr el riesgo de disiparse entre tanta neblina plurisociocultural y tanta multiociosidad fluorescente. Es así: Vivimos en una sociedad que fomenta la dispersión y la diversión mediante el enredo visual y virtual y la infoxicación a secas. Todos lo vemos, pero pocos se atreven a nadar contracorriente y elegir otras formas, otras vías, otros cauces. (...Lo llaman amor cuando quieren decir sexo). Sí, la consigna lanzada es siempre la misma: "no es la tecnología, es el uso que se le da". Cierto, y ante este razonamiento nada se puede objetar: es el uso, siempre el uso, (como todo). No es el libro lo que te otorga ciertos conocimientos, es su lectura; y no es la lectura sola, es una lectura pausada y atenta; y no es solo eso...  Pero lo cierto es lo que vemos (¿no?). Y vemos que ya no se habla de tú a tú, sino de mí a tu yo lejano que vive pendiente de una máquina... La empatía no surge por arte de birlibirloque: la empatía ha de trabajarse. Hasta cierto punto puede ser cuestión de sensibilidades, pero también de educación. Sin empatía nunca habrá una verdadera conexión interpersonal. Y la empatía se pierde cuando dejamos de mirar a los ojos de nuestro interlocutor para vernos reflejados en esa pantalla que nos facilita tanto la vida...

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