– ¿Por qué? ¿Qué pasa?
– ¡Vete! ¡No te quedes ahí! ¡Si te quedas ahí parado nunca llegarás!
– ¿A dónde? ¿De qué hablas?
– ¡Vete! Y no mires atrás.
(...)
Comenzaba a recobrar la conciencia cuando en sus manos cayó una piedrecita despedida de una de las zancadas del corredor. No era una piedra común. La observó detenidamente y notó algo extraño en su superficie... Había una inscripción en letras diminutas. Quiso comprender: palpó las hendiduras con extremada delicadeza, enfocó su vista en ellas y fue deletreando…
B U S C A T U C A M I N O, N O T U M E T A.* * *
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